
Fue así como se decidió que, después del torneo tradicional de cada año, los caballeros asistentes podrían probar suerte con la espada milagrosa. En uno de esos torneos (años después de la muerte de Uther), participaba Sir Héctor y Sir Kay, su hijo. Arturo no participaba porque era todavía un muchacho de 15 años.
Cuando se dio comienzo a la competencia, Sir Kay se dio cuenta que no tenía su espada, entonces le pidió a su hermanastro que se la fuera a buscar a su casa. Arturo fue corriendo a buscarla pero no pudo entrar a su casa, pues estaba cerrada, entonces recordó que había una espada en el cementerio y fue en su búsqueda. Tomó la espada por su empuñadura y la sacó con total facilidad.
Al entregársela a Sir Kay, éste se dio cuenta al instante que era la espada del cementerio, así que se la enseñó a su padre. Sir Héctor quedó lleno de estupefacción y se llevó a sus hijos hasta el cementerio. Allí le dijo a Arturo que volviera a meter la espada en su sitio, y éste lo hizo. Luego, le instó a que la sacara nuevamente. Al ver a su hijo adoptivo sacar la espada tan fácilmente se postró de rodillas al igual que Sir Kay. Arturo se asombró de esto y Sir Héctor, con voz emocionada, le explicó que desde ese momento sería el Rey de toda Bretaña.

El joven monarca no lo entendió y siguió caminando junto con el mago. Unos minutos después se encontraron con un caballero en la mitad del camino, quien con aire arrogante les dijo: "Nadie pasa por aquí sin antes pelear conmigo". Arturo aceptó el reto y, aunque luchó con fiereza, el caballero era mucho más diestro. Tanto fue así que casi pierde la vida si no es por la ayuda de Merlín quien, gracias a sus poderes mágicos, adormeció al caballero. Después de esto Merlín le explicó que el nombre de ese arrogante caballero era Pellinore y sería el padre de Percival y Lamorak de Gales. Tiempo después, Percival sería uno de los que buscarían el Santo Grial.

La dama se acercó y el Rey le pidió la espada. Ella le dijo que se la daría si le concedía un deseo. Arturo aceptó y la dama le dijo: "Toma mi barca y navega hasta donde está el brazo, él te dará la espada. En cuanto a mi deseo, te lo pediré después". Cuando Arturo tomó por fin la espada notó que en la hoja podía leer una inscripción que decía: "Excalibur". Más abajo decía: "Tómame". Y del otro lado de la hoja decía: "Arrójame lejos". Esta espada sería la protagonista de innumerables batallas victoriosas y de grandes hechos heróicos.

Cuando Arturo escuchó las noticias que le traía Merlín, se alegró mucho y mandó a Sir Lancelot (su mejor caballero) a recibir a Guenevere y llevarla a Palacio.
La mesa se colocó en un gran salón del palacio. Arturo decidió que en ella se sentarían sus mejores caballeros y que para poder sentarse en ella tendrían que hacer un juramento especial de fidelidad al Reino de Camelot, a la Iglesia y a las más nobles costumbres. Ningún caballero que fuera miembro de esta orden podría hacer actos ilegales, deshonestos y mucho menos criminales.
Cuando se reunieron por primera vez ante la mesa y se disponían a sentarse un gran relámpago seguido por un fuerte trueno los sorprendió a todos. Merlín, que estaba en el salón de la mesa redonda, dijo en tono muy solemne: "Caballeros es el momento para que cada uno le rinda homenaje al Rey". Uno a uno fue pasando al frente de Arturo haciéndole una reverencia como acto de sumisión, fidelidad y respeto. A medida que iban pasando, el nombre de cada caballero aparecía grabado en oro en una de las sillas. Una vez sentado en sus respectivos puestos, se dieron cuenta que sobraban tres. Pronto Merlín les explicó: "Dos de estos tres puestos serán para los dos mejores caballeros de cada año, y la otra silla será sólo para el hombre más digno del mundo. Si alguien no reúne méritos para sentarse en esta silla y osa sentarse, morirá en el acto".

El Santo Grial era el cáliz donde José de Arimatea había depositado la sangre de Jesucristo. Se suponía que tenía propiedades mágicas y que el ser que lograra verlo podía ser testigo de una experiencia trascendental, espiritualmente hablando. Sucedió que un buen día (veinte años de haberse formado la Orden de la Mesa Redonda) se presentó al palacio Elaine, hija del Caballero Pelle, con su hijo.


Todos los caballeros se reencontraron en la mesa redonda. Comenzaron a discutir de las cosas cotidianas del reino y cuando ya estaba avanzada la conversación fueron interrumpidos por un fuerte trueno en el medio del salón y seguidamente un gran rayo atravesó el centro de la mesa. Todos se quedaron estupefactos al ver en frente de ellos bajar a través del rayo el Santo Grial. Éste iba cubierto de una fina tela de oro.
Una vez terminada la aparición, Sir Gawain se levantó y con una voz sumamente emocionada dijo: "Nos ha sido negada la visión del Santo Grial y yo anuncio que mañana saldré en su búsqueda y no regresaré a Camelot hasta que lo haya visto". Este anuncio contagió a todos. Uno a uno se fueron levantando y haciendo el mismo juramento.

La Corte del Rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda se convertirían en leyenda y nunca más volverían a coincidir hombres tan dignos con ideales tan puros en un mismo lugar y en una misma época...
1 comentario:
muy bueno el cuento espero acordarmelo.hasta el TOPA5
siempre lista
natalia de Santa Margarita
patrulla: ARDILLAS(LLLLLLLLLLL)
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